Desglobalización

Desglobalización

Durante décadas los críticos de la globalización nos advirtieron que terminaría mal, la mayoría de ellos fueron ignorados porque los beneficios de la integración global eran simplemente demasiado convincentes. Hizo falta un presidente estadounidense proteccionista, una pandemia mundial y una nueva guerra europea para llevar a algunos a pensar que probablemente en algunas cosas, esos críticos podrían haber tenido razón. Por eso, ahora que las disrrupciones se acumulan unas sobre otras, se ha venido afianzado un nuevo consenso en las economías avanzadas del mundo: el de la desglobalización

Dicho de manera sencilla, el movimiento Anti-Globalización pretende construir cadenas de suministro más resistentes, busca la autosuficiencia en tecnologías críticas e infligir sanciones comerciales a los adversarios independientemente de las reglas comerciales globales.

Pero la desglobalización tiene lamentablemente una larga lista de costos y peligros que van desde el aumento de la inflación, la escasez de mano de obra hasta el resurgimiento del proteccionismo y duros golpes al sistema financiero mundial; cosas que ya estamos experimentado casi todos en mayor o menor medida. Este es un tema que nos seguirá ocupando en los próximos meses, y que iremos tratando por partes; en esta entrada nos referiremos a una de nuestra mayores preocupaciones en este contexto: el aumento de la inflación.

Cualesquiera que sean sus desventajas, durante casi cuatro décadas la integración global desempeñó un papel protagónico en el control de la inflación. La búsqueda incesante de las corporaciones globales para reducir los costos mediante la ruptura de las cadenas de suministro, el abastecimiento donde fuera más barato y la manipulación de la producción “justo a tiempo” para reducir los inventarios, mantuvo bajos los precios de la mayoría de los bienes de consumo, incluso cuando la demanda mundial se disparó. El libre comercio también obligó a las empresas nacionales a mantener los precios más bajos para competir con las importaciones. De 1980 a 2010, la apertura de China, India y el antiguo bloque soviético a la economía global duplicó el tamaño de la fuerza laboral mundial, creando una competencia que limitó el aumento de los salarios en las economías avanzadas. Aunque el estancamiento de los salarios no fueron buenas noticias para los trabajadores, es cierto que limitó aún más las presiones inflacionarias.

Revertir la integración global ha aumentado la inflación, especialmente en nuestro vecino país del norte. Los aranceles comerciales de la administración Trump, y las represalias de otros países, hicieron subir  los precios para madera, acero, aluminio, paneles solares y muebles para el hogar en los USA. Luego, la pandemia de COVID-19 trajo cierres de fábricas, severas restricciones fronterizas y una enorme demanda de bienes por parte de los consumidores a medida que la economía de servicios casi cerró, todo lo cual se sumó a las presiones inflacionarias. 

La invasión rusa de Ucrania y las duras sanciones económicas que siguieron han interrumpido el suministro de energía y alimentos, acelerando el aumento de los precios del combustible y los alimentos en todo el mundo. En el mes de Marzo pasado, los precios al consumidor en los USA aumentaron un 8,5%, el nivel más alto desde 1981. La inflación en Europa va casi a la par y podría aumentar muy rápido a corto plazo dada la incertidumbre sobre el suministro de petróleo y gas ruso. Los bancos centrales en todo el mundo están considerando aumentos en las tasas de interés para mantener bajo control las alzas de precios, arriesgándose a una nueva recesión. De hecho, a fines del mes pasado, la Junta de Gobierno del Banco de México decidió incrementar en 75 puntos base el objetivo para la Tasa de Interés Interbancaria a un día a un nivel de 7.75%, con efectos a partir del 24 de junio de 2022. El alza más alta en 14 años!!

No existe una alternativa sencilla para salir del túnel, en nuestra opinión deberíamos mantenernos alertas y desarrollar estrategias que ralenticen, disminuyan e impidan los peores efectos de la anti-globalización. El objetivo principal debería ser plantear preguntas, desde el principio y con frecuencia sobre los enormes riesgos de la desglobalización. Se necesitaría una oposición enérgica para hacer consciente a la comunidad internacional de los altos costos que esto conllevaría y ayudar a alejar a los gobiernos de las versiones más extremas de desintegración. Sin esto, el futuro del mundo podría llegar a ser efectivamente más resistente, pero también más pobre, menos innovador, más dividido y más propenso al conflicto.

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