El transporte es un componente esencial de nuestra vida cotidiana. Constituye la columna vertebral de la economía moderna, facilitando no solo la movilidad personal sino, ante todo, permitiendo el intercambio de bienes, capital y servicios entre países. La parte negativa de esto es que el transporte es el único sector económico actual donde las emisiones de gases de efecto invernadero siguen aumentando. Es el sector que más contribuye a la contaminación, es responsable aproximadamente del 37 % de las emisiones totales en todo el mundo.
Por lo tanto, y a medida que el mundo se vuelve cada vez más consciente de la necesidad de reducir la huella de carbono, la industria de la logística se encuentra bajo presión para encontrar formas de reducir su impacto; cualquier reducción de emisiones puede tener un efecto significativo en el medio ambiente. Por eso, hace ya muchos años todos los involucrados hicimos el compromiso de agarrar al toro por los cuernos y cambiar desde adentro, lo hemos hecho poco a poco, primero motivando un cambio de consciencia y por tanto de actitud, pero sobre todo desarrollando sistemas e implementando prácticas sostenibles que integren consideraciones ambientales en el proceso logístico.
El objetivo de esta logística ecológica es el de minimizar el impacto ecológico de estas actividades mientras se maximiza la eficiencia y la eficacia.
Y se dice fácil pero obviamente no es sencillo reinventarse, usar, de lo que teníamos, sólo aquello que se adecue a un nuevo paradigma con nuevas normativas. Creemos que mantenernos a la vanguardia en términos de tecnología y pro-activamente creando alternativas para lograr ese objetivo será uno de los grandes desafíos del año 2023. Las buenas noticias son que todos podemos poner de nuestra parte.
Una Cadena de Suministro más Eficiente
La cadena de suministro es responsable de un gran porcentaje de las emisiones de gases de efecto invernadero. Si consideramos el tipo y la cantidad de vicisitudes por las que ésta ha atravesado mundialmente en los más recientes años, es lógico pensar que al menos durante 2023 los esfuerzos se dirigirán a hacerla más eficiente; lo que involucra también, reducir el desperdicio y optimizar el uso de los recursos.
¿Cómo aterrizar esto que suena bien pero un poco abstracto? Hay muchas maneras de reducir el impacto ambiental de las actividades logísticas. Una forma es utilizar vehículos más limpios y eficientes. Otra, es utilizar combustibles alternativos como el biodiesel o el gas natural comprimido; usar motores de combustión más limpios. Otra manera de reducir el impacto ambiental de las actividades logísticas es invertir en energías alternativas. Hoy en día, ya muchos almacenes y centros de distribución usan energía solar para ejecutar sus operaciones. Este tipo de instalaciones representan un único costo al principio, pero a la larga la ganancia es segura tanto para el medio ambiente como para la empresa que arriesga su capital.
Además de utilizar vehículos e instalaciones más limpios e inteligentes, buscamos también minimizar los residuos y maximizar el reciclaje. Los avances de la tecnología nos permiten ahora, con un mínimo de inversión, usar materiales reciclados menos onerosos para un empaquetado de productos más simple que no deje tanto desperdicio. Y no se trata sólo de reducir el impacto ambiental de las actividades propias de la industria, sino también de mejorar la eficiencia de nuestras operaciones. Por ejemplo, la logística ecológica puede ayudar a reducir las congestiones de tráfico y la contaminación mediante una mejor planificación de las rutas de entrega.