La supervivencia después de la muerte es el pensamiento más común en el mundo y el sustento de la mayoría de las religiones. Para la mayoría de las culturas arcaicas la muerte era un evento antinatural, el muerto se volvía temible porque había sido arrancado de su plenitud vital, pero de alguna forma seguía atado a ella. Si se cumplía con ciertos ritos, el difunto entonces dejaba de estar enojado y se convertía protector de la familia y del grupo, y es de esa práctica que procede el culto a los muertos.
En México, el vínculo entre el muerto y los que le sobreviven es muy peculiar. Para nosotros, los difuntos siguen vivos; y para los vivos, la vida no vale nada, o sea, estamos un poco muertos. Esa extraña relación entre medio muertos y medio vivos se celebra con bombo y platillo una vez al año; son prácticamente 3 días en que mantenemos y alimentamos el ánima de los fallecidos con ofrendas y rituales que involucran un largo ciclo de preparativos y actividades, a saber,
- Inicia en Junio con la siembra de la flor de muerto, el Zempoalxóchitl con repique de campanas de la iglesia local para que San Pedro se acuerde de abrir las puertas del Cielo invitando a los difuntos a que por medio de ellas visiten la tierra y porque son muchas, para ir dejando pasar a las almas del Limbo, los nonatos, los fallecidos en accidentes, los que aún no han cumplido un año de muertos y aquéllos que murieron ahogados.
- El 30 de Octubre se corta la flor y se recuerda a las ánimas que no tienen familiares que pidan por ellas,
- el 31 de octubre regresan los abrajos, niños que murieron prematuramente y sin bautismo.
- El 1 de noviembre es el día de los muertos angelitos, niños que murieron bautizados y las mujeres que murieron vírgenes; ese día es cuando se instala la ofrenda.
- El 2 de noviembre es el día de los muertos grandes, es el día en que retorna la mayoría de los difuntos, se visita el panteón y se traslada allí parte de la ofrenda.
- El 3 de noviembre se considera que los muertos ya han tomado el ” aroma ” de los alimentos y regresan al más allá.
La Ofrenda. Las ofrendas mexicanas del Día de Muertos como las conocemos ahora, son el resultado del sincretismo Prehispánico y Español, y varían según la región. Es un arte funerario efímero en comparación con el que aspiraba a la eternidad como las pirámides de Egipto. El objetivo de las ofrendas es que el finado pase un día feliz en su retomo al hogar, complaciendo sus gustos en un ambiente de nostalgia y espiritualidad. Por lo general, las ofrendas para los muertos se instalan sobre una mesa o en el suelo. Están decoradas con manteles blancos o con papel de china, sobre los cuales se dispone comida, bebida, flores, incienso, velas, imágenes y otros objetos asociados con los difuntitos específicos, como herramientas de trabajo, ropa o juguetes.
Como la temporada de muertos coincide con el final del ciclo agrícola, la riqueza de la ofrenda depende del éxito de la cosecha y del ingenio de la familia. La variedad de alimentos incluye frutas, mole con guajolote, tamales, caldo de pollo, frijoles, arroz, tortillas y panes de trigo. También dulce, como calabaza en tacha, amaranto, coco, pepita de calabaza y chocolate. Las bebidas más comunes son las aguas frescas preparadas con diferentes frutas, pero también Atole, Cerveza, Pulque, Tequila, Mezcal, Charanda, Aguardiente, Ron, Comiteco, Xtabentún y Carabanchel.
El Altar. Con los pétalos del Zempoalxóchitl se construye un sendero para guiar al ánima de vuelta al hogar. Se acostumbra usar incienso de copal y se enciende por cada difunto: blancas para las vírgenes, azules para los jóvenes, verdes para los niños y negras para los adultos. En el altar propiamente, se colocan fotografías de los difuntos, estampas y figurillas de santos y vírgenes, según la devoción de cada familia.
A finales de Octubre, principios de Noviembre se realizan la verbenas para los fieles difuntos en las principales plazas y ayuntamientos del país, pero también en museos, como el de Frida Kahlo por ejemplo, y otras casas de cultura. Esto se hace para preservar la costumbre de rendir culto a los antepasados y frenar la influencia del halloween estadounidense, la cual cada vez más Mexicanos de una forma otra, incorporan al Día de Muertos.